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Mostrando las entradas de agosto, 2018

Bienvenido a casa

La felicidad que me causó verte crecer y jugar con esa sonrisa dibujada en tu cara a lo largo de los años, no es sencillo de explicar. Me gustaba ver como me prestabas mucha atención en las enseñanzas que te di de niño. Ese día que has salido sólo a enfrentar tus desafíos, con la garantía de los principios que te enseñé, tenía muchas expectativas de ti. Los primeros días, recuerdo tu entusiasmo con que regresabas a contarme los detalles. Antes de salir de casa, esa conversación y consejos que me solicitabas. Nos uníamos tanto, que sentía que éramos uno. Nuestra prioridad era estar juntos cada momento posible de cada día. Nuestras citas se anteponían a todo evento agendado. Eran días de mucha alegría. Pero tampoco olvido ese día que regresaste con lágrimas en los ojos. Molesto, porque no te ha ido como lo deseabas. Con odio en el corazón, me acusaste de fabulador. Me diste la espalda y diste un fuerte portazo. En silencio me quedé llorando por la tristeza que me ahogaba. Quería que