Bienvenido a casa


La felicidad que me causó verte crecer y jugar con esa sonrisa dibujada en tu cara a lo largo de los años, no es sencillo de explicar. Me gustaba ver como me prestabas mucha atención en las enseñanzas que te di de niño. Ese día que has salido sólo a enfrentar tus desafíos, con la garantía de los principios que te enseñé, tenía muchas expectativas de ti. Los primeros días, recuerdo tu entusiasmo con que regresabas a contarme los detalles. Antes de salir de casa, esa conversación y consejos que me solicitabas. Nos uníamos tanto, que sentía que éramos uno. Nuestra prioridad era estar juntos cada momento posible de cada día. Nuestras citas se anteponían a todo evento agendado. Eran días de mucha alegría.
Pero tampoco olvido ese día que regresaste con lágrimas en los ojos. Molesto, porque no te ha ido como lo deseabas. Con odio en el corazón, me acusaste de fabulador. Me diste la espalda y diste un fuerte portazo. En silencio me quedé llorando por la tristeza que me ahogaba. Quería que entiendas que sabía que esto iba a pasar, pero que nunca te abandonaría. Me ignoraste durante mucho tiempo. De lejos observaba como te hundías en adicciones, con comportamientos que yo no te enseñé y con malas compañías. Así yo no te planeé, yo no soñé este duro presente para ti. Te gritaba, pero no me oías. Me mostraba ante ti, pero estabas enceguecido. Te encadenaron para que no regreses conmigo. Decían que eran tus amigos, pero querían acabar contigo. Tienen miedo de que veas realmente como eres y aceptes de donde vienes. Por eso, te ofrecieron mentiras para alejarte de tu misión en la vida. Todo esto lo vi y tu nunca me viste, para recibir mi ayuda.
Me dejaron un mensaje debajo de mi puerta. El texto estaba lleno de insultos hacia ti y amenazas hacia mí. Procuraban aniquilarte si seguía queriendo ayudarte. Pero lo que siento por ti no es compasión, sino amor. Ellos no lo entienden, por más que me adviertan no me quedaré sentado de brazos cruzados mientras sufres. El poder que siente un padre para salvar a su hijo es sobrenatural. Me enfrentaré a ellos y te traeré de regreso. No volveremos a tener la misma relación de antes, si no mejor. Porque pagaré con mi vida para salvar la tuya y volveré, te lo prometo. Pero huye de ellos, bien lejos. Yo no me olvidé de ti nunca y te he guardado muchas cosas para que vuelvas a confiar en mí.
Al fin en casa, despiertas en tu habitación, con ropas nuevas. No entiendes nada. La ropa sucia y las cadenas que te alejaban de mí, puedes verlas junto a la basura desde tu ventana. La última vez que me viste, fue con ellos atacándome con brutalidad por ti. Te quedaste dormido llorando de la vergüenza. Pero me escuchaste desde la habitación y saliste corriendo de ella a mi encuentro. Aquí me tienes en la mesa, esperándote. Sorprendido por mi presencia, te arrodillas suplicando mi perdón y diciendo que te iras, porque no mereces mi amor. Los latidos de mi corazón aumentan y no me dejan hablar, que solo puedo abrazarte. Te quedas helado y asombrado. Te invito a sentarte, no me hablas y dudas en que lugar sentarte. Una vez que entiendes que te quiero a mi lado y te sientas allí, logro poder decirte:
¡Bienvenido a casa hijo!

Comentarios

  1. que hermoso y emocionante relato muni! muy conmovedor y afectuoso...

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  2. "El poder que siente un padre para salvar a su hijo es sobre natural"...presioso mensaje💓👍

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  3. Que hermoso relato!!! … Ahora que no tengo a mi padre me conmueve mucho...felicidades muni .

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