El salto de la vida
El niño no
había podido dormir en toda la noche y se encontraba sentado en su cama con
lagrimas que brotaban de ambos ojos. Su llanto era silencioso y estaba a
oscuras. Antes de acostarse había escuchado a sus padres en una discusión y no
quería despertarlos de sus sueños. Pero lo que lo entristecía no era sólo la
discusión de sus padres o su situación económica, la cuál era de mucha
preocupación. Eran las burlas que había recibido en la escuela, debido a su
discapacidad física. Hace semanas había comenzado el año lectivo y desde el
primer día había captado la mirada de la mayoría de los niños y sus risas se
han hecho escuchar cada día con mayor intensidad. Es que desde hace un año
sufrió un accidente con consecuencias de por vida. Debido a su necesidad
económica, sus padres trabajaban casi todo el día lejos de su hogar. Su padre
era albañil y su madre una empleada doméstica. Cuando ellos no estaban en su
casa, lo solía cuidar su abuela materna, que era viuda y padecía de reumatismo.
Por su avanzada edad, cada día luego del almuerzo, solía dormir la siesta.
Pretendía que el niño la acompañe en lo que convirtió un ritual que la
rehabilitaba físicamente. Pero el muy travieso solía fingir dormir y cuando
ella entraba en sueño, se levantaba de la cama y jugaba con su imaginación. Su
casa era muy precaria, de paredes de madera y techo de chapa, típica de los
suburbios de la ciudad. Una tarde, una vez cumplido con la actuación de “niño
durmiente”, quería imitar a uno de sus superhéroes favoritos. Lo había visto luchar
contra varios malhechores con gran destreza y habilidad. Mostraba una imagen de
inmortalidad e invencible. Fue así como quiso emular un salto para derribar a
su contrincante imaginario. Pero no calculo muy bien su caída y se provoco una
herida cortante muy profunda al caer sobre una madera con varios clavos
oxidados que sobresalían. Grito fuerte y lloró muy fuerte, pero su abuela que
había caído en el sueño profundo, no logro oírlo. Él cayo sobre el suelo y a
gritos pedía ayuda, pero esta tardo en llegar. Cuando su abuela logró despertar
y acudió a auxiliarlo, pidió a gritos a los vecinos que lo llevarán a un
hospital para detener la sangre que brotaba de la herida y sanar esta lo antes
posible. Al llegar al hospital, La hemorragia era mucha y los clavos le
causaron una infección en el pie. Los médicos en común acuerdo con los padres
decidieron amputarle el pie. Cuando el niño despertó, lloro amargamente porque
su sueño de jugar al fútbol o correr con otros niños se desvaneció en una tarde
negra e inolvidable. En el tiempo de su recuperación en la institución médica, utilizaba
una silla de ruedas. Pero al regresar a su hogar, les habían donado a sus
padres unas muletas en mal estado, con mucho uso y muy precarias. Todo esto le
causaba tristeza y mucho malestar. Quería ser normal y cada noche, en sus
oraciones le rogaba a Dios que volviera el tiempo atrás y no poder realizar ese
salto infortunio.
Esa noche
mientras lloraba en silencio, deseaba morir para darle descanso a sus padres y
creyendo que ellos serían felices así. Pero el tiempo pasó, las burlas se
habían hecho una costumbre y cada año, el deseo de terminar con su vida se
hicieron pesadillas y estaban a punto de realizarse. Ya de adolescente logró
tener una buena amistad con una bella niña comprensible, amable y muy dulce
para con todo el mundo. Ambos compartían gustos culturales. A él le encantaba
pasar tiempo con ella. Sobre todo, leyendo libros juntos y escuchar música, sin
que nadie los interrumpa. Se sentía seguro, comprendido y acompañado. Ella lo
respetaba y deseaba incluirlo con el grupo de otros compañeros de clase. Pero la
herida de la discriminación en él no sanaba y esto le impedía darles una nueva
oportunidad. Cuando compartían tiempo juntos y a solas, el mostraba una etapa
que nadie conocía. Contaba los mejores chistes que ella nunca había oído. Se
hacía burla de sí mismo. Y que ella se ría de sus bromas, a él le devolvía la
sonrisa después de muchos años. Anhelaba que esos momentos nunca se acaben. Pero
ella conoció a alguien que le cautivaba y se enamoró. Se puso de novia y de a
poco termino la amistad. Él estaba celoso, porque la amaba en silencio y temía
que nunca lo amaría por su discapacidad. Esa sonrisa se volvió a borrar y los demonios
de suicidio volvieron a su cabeza. Se auto convenció que no servía para nada y que
había perdido el tiempo con esa chica. ¿De qué iba a servir un rengo antipático
a futuro en esta sociedad? Para determinar su desgracia, su padre falleció
luego de luchar con el cáncer de pulmón debido a la gran cantidad de atados de
cigarrillos fumados por el nerviosismo de su presente familiar. Parecía que estaban
destinados al fracaso de por vida.
Allí
estaba el joven rengo en soledad en su casa, sentado frente a la mesa. Las
muletas estaban apoyadas en ella. Había tomado un cuchillo para proceder en
cortarse las venas, luego de haber firmado una carta de despedida con sus
lagrimas en la mesa, dedicada a su madre. Ésta estaba asistiendo a una reunión
en una iglesia evangélica. Allí sus oraciones no eran más que su hijo saliera
de su depresión. Porque la pobreza la veía como una necesidad de segundo plano.
Pero el muchacho estaba determinado en acabar con su vida. Levantó el cuchillo
en alto y cuando bajaba, sintió una mano que desvió el curso del elemento
cortante y lo hizo caer al suelo. Miró a sus costados y no vio a nadie. Pero
sentía una presencia y oyó una voz que susurraba en el oído que lo amaba y que
no valía la pena hacer ese acto suicida. Esas palabras anhelo escuchar de su
padre, pero nunca tuvo ese privilegio. Así mismo sintió un abrazo tan fuerte,
que las lagrimas brotaron de sus ojos como ríos. Eso que tanto soñó en silencio
se cumplía. Pero no sabía quien era ese ser que le brindaba un amor inagotable
y la aceptación tal como era, sin importar su condición física. Al regresar su
mamá, le relato con lujos y detalles lo sucedido. Su madre mientras lloraba,
sonreía y decía ser una obra de Dios. Él no quería creer esas cosas y se
burlaba, dando por loca a su mamá. Ella solo sonreía en silencio. En su
interior estaba convencida que era un acto celestial y nada la haría cambiar de
opinión. Luego, él confeso que extrañaba mucho a esa amiga incondicional. Que quería
volver a verla reírse de sus chistes. Su madre sorprendida porque desconocía
esa faceta comediante de su hijo, sugirió que contará alguno de ellos. Fue así como
cumplió con tal petición y ella largo una carcajada como no lo hacía desde hace
tiempo. Él siguió con su repertorio en esa sala con su única espectadora. Ella
lloraba, pero de la risa. Y lo impulsaba a que se haga conocer, que interactue con
otras personas. Que dejará el miedo y la vergüenza. Que ahora que ya estaba
entrando en edad adulta, lo verían con otros ojos y hasta sería aceptado como
él lo necesitaba. Esto lo hacía reflexionar mucho y hasta le generaban dudas. Durante
días le inquietaban las palabras de su madre en su mente bien grabadas y debía
tomar una decisión al respecto. Una tarde, en su cuarto frente a la
computadora, veía como otros jóvenes publicaban vídeos con juegos y chistes
absurdos y eran admirados por otros jóvenes. Él sabía que lo podía hacer mejor
y allí tomo la decisión de filmarse con un pequeño repertorio y publicarlo. El
vídeo tuvo buena repercusión, sobre todo en los jóvenes que de niños se
burlaban de él, pero esta vez con madurez, lo aplaudían. Uno de ellos, tuvo
mucha popularidad y éxito en las finanzas, gracias a los bares de su propia propiedad.
Lo contacto para que haga una presentación en público con un monologo. El arte
del stand up se estaba despertando y él podía ser una sensación. Al principio
le horrorizaba la idea de exponerse en público. Pero ya no quería que su madre
padeciera en su salud al hacerse cargo de su hogar y tener dos trabajos de
mucha carga horaria. Veía esta oportunidad como el gran salto en trampolín
hacia el éxito y a la solución a su depresión. Miraba al cielo y sin importar
si era observado, daba gracias por ello. En su interior sentía un temblor genuino,
que lo hacía sentir valorizado y seguro para enfrentar este nuevo desafío.
Llego ese
viernes a la noche. Los nervios no paraban de dominar su cuerpo, que bailaba al
son del hormigueo en todo el cuerpo. Su mamá lo acompañaba hasta al sanitario
para su tranquilidad. Él había llevado una carpeta con su repertorio, por si se
olvidaba la rutina. Cinco minutos antes, le pidió a su madre que haga una
oración para no quedar en ridículo y volver con sus traumas de niño discriminado
por su discapacidad. Ella solo pidió que se sienta seguro y agradeció por esta
oportunidad por anticipado. Tal como predican la fe, daba por hecho las cosas
que aún no se habían cumplido. Se podía oír el murmullo de muchas personas. Y fue
así como han bajado las luces y el presentador lo anunció con gran expectativa.
Los aplausos acallaron las voces de miedo en su mente y la cortina de música
que él eligió sonó en los parlantes. La canción era “En el cielo no hay
hospital” de Juan Luis Guerra, en honor a la fe que profanaba su madre y porque
el verso “en un pie” le caía como regalo del cielo. Así hizo su entrada con un
baile atípico, apoyado en sus muletas. El público era de edad joven y aplaudía
y reía ante un baile sin antes visto. El micrófono lo esperaba en el centro del
púlpito acompañado de una banqueta y las luces que querían resaltar su rostro
para captar la atención de los espectadores. Mientras se apoyaba en el asiento,
comenzó su ronda de chistes sobre su discapacidad. Luego que terminará cada chiste,
lo único que se escuchaba eran las carcajadas y las palmas tronar, dando
indicios que hacía muy bien su acto. Al terminar, la ovación más grande desde
hace muchos años se hizo escuchar en el lugar. Él con los ojos llenos de
lagrimas por la emoción, se retiro y abrazo a su progenitora, que compartía el
lenguaje del llanto de felicidad. Muchas personas desconocidas se acercaban al
nuevo comediante. Todos lo felicitaban y elogiaban su creatividad. Aún no caía
en su conciencia lo que sucedía. Quien lo contrato como prueba, le suplicaba
que firmará un contrato, para que se presentará cada siguiente viernes por la
noche para realizar su acto y cuando guste, cambie el repertorio. Mirando a su
madre, acepto el trato.
Su
popularidad fue en ascenso, que los siguientes viernes se ha ido llenando el
lugar y hasta hacían filas para entrar y disfrutar de su actuación. Acorde a
esto, su ganancia también fue incrementándose y pudo mudarse a una casa en
mejor estado, junto a la mujer que nunca dudo de su talento y lo acompañaba
cada viernes. A pesar de que su edad avanzaba y su salud comenzaba a empeorar,
ella estaba allí firme junto a su hijo. Sonriente a un costado, oculta tras el
telón. Tras cada acto, a solas ambos daban gracias a lo divino por cada
oportunidad y dejar en el pasado el temor, el deseo de la muerte y la
inseguridad. El tiempo pasaba y las grandes convocatorias llegaban. Ha sido
contratado por grandes teatros y hasta tuvo participaciones en la televisión
abierta. Su monologo “el campeón eterno de la rayuela” fue su éxito más grande
de su carrera milagrosa de comediante. Pero era consiente que no lo había
logrado solo con su esfuerzo, si no bajo un acto celestial que le dio otra
oportunidad. El enojo hacía Dios por su accidente se había borrado de su corazón
y ahora solo era alguien agradecido por ello.
Fue uno de
los artistas cómicos más grande de la historia, debido a la diferencia del
resto y a como se tomaba con humor su situación. Alentaba a muchos que padecían
de discapacidades similares a enfrentar esos miedos y burlas. Haciendo entender
que no había imposibles para superar y que, aunque sea incomprensible, es
necesario pasar por esas duras pruebas. La pérdida de su madre la había
asimilado con madurez. Se prometía sonreír cada día de su vida frente al espejo
y repetir la frase que ella le dejo al partir: Naciste para ser feliz.
Recurrente, discriminación y sin nombre. Tenés un talento increíble. Admirable.
ResponderBorrarWoow Gabo�� Que padre narración.! Buenos mensajes hay en ello, Fé, valores, esperanza, sobre todo no a la discriminación, al igual no dudar de nuestra capacidad camino al éxito, muy a pesar de los obstáculos y circunstancias.Todo se puede, solo está en la actitud positiva��
ResponderBorrarque lindo relatomumi,tenés mucha percepción como si lo vivieras,y me siento muy identificada con ese relato....
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