6 horas


El hombre llegó a la guardia del sanatorio acusando un fuerte dolor estomacal. No estaba acompañado, debido a que hacía poco se había mudado a la ciudad para probar suerte con su futuro y no tenía a nadie conocido con él. En la recepción, la mujer de unos 60 años aproximadamente lo recibe con su disgusto y cara de pocos amigos. Desilusionada con su vida, no fijaba interés en la necesidad de los pacientes que llenaban esa sala de espera, anhelando una atención rápida de parte de un profesional médico. A él le dio un número y le pidió que aguarde sentado. Cuando tomo el ticket del turno y visualizo el monitor, noto que debía esperar mucho. Pero el dolor era muy fuerte, que no podía irse a otro lugar. Tomó asiento en una banca sin respaldo, apoyándose sobre la pared. Al lado había una pequeña niña con cara de preocupación. Con el permiso de su madre, le ofreció un dulce que tenía en su bolsillo. Ella acepto y comenzaron una conversación amistosa. A ella le preocupaba el estado de salud de uno de sus hermanos que estaba siendo atendido. Había sufrido un fuerte golpe al caer desde casi 2 metros de altura en un juego de plaza, a causa de un tropiezo de ella misma. La voz de ella era aguda y temblorosa por el miedo y la culpa. Él trataba de reanimarla, le daba pena tanto dolor cargado en tan corta edad. Cuando ella le dijo su nombre, coincidía con el de la hija que perdió su ex esposa en un embarazo demasiado complicado. Dentro suyo hubo un puñal en el corazón que lo dejo paralizado unos minutos. A la pequeña le llamo la atención el cambio en el rostro del señor y le pregunto que le sucedía. Él la miraba fijamente con ojos llenos de brillo y le confesó que le hubiese gustado tener una hija como ella y le pondría el mismo nombre. Si en el futuro tendría la oportunidad, lo haría sin dudar para llevarla en el recuerdo por siempre. Ella sonreía tímidamente y le hacía saber de sus ocurrencias, las que un adulto se ha olvidado con el correr de los años. A él le causaba mucha gracia y reía. Le hacía bien ver que la niña estaba de mejor animo a través que pasaba el tiempo. Parecía que nadie los miraba, ni los rodeaban. Pero ambos eran observados por la madre de ella desde un costado. Se abrió la puerta y el padre de la niña salió con buenas noticias sobre la salud de su otro hijo. Ella festejó de un salto y abrazo a su mamá llorando. El hombre olvidó de su dolor y aprobó con un tímido aplauso, por respeto al resto de los pacientes que aguardaban en la sala. La familia se iba a retirar en breve minutos, pero él debía seguir esperando aún. Cuando vio su reloj, noto que habían pasado 6 horas desde su llegada. La atención no era la mejor. Pero el disfrutar esa conversación con la niña le lleno una parte que tenía incompleta en su vida. Deseaba tener una charla con su primogénita que no pudo llegar al mundo. Sabía que el día que él partiera, se reencontraría con ella.
El dolor estomacal se aliviaba mientras añoraba el momento de encuentro con su hija. Tenía una fuerte gastritis, producto de su angustia por los resultados de su nueva etapa. Pero él solo pensaba en como celebraba su amiga por la salud de su hermano. Y con esa misma esperanza decidió enfrentar sus desafíos en los siguientes días.

Comentarios

  1. Recurrente la ausencia de nombres.... 🤔

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  2. es una hermosa historia,que puede llegar a suceder...todos los relatos enfatizan en la esperanza y en la restauración...muy bonito,y hay gente que les hace bien escuchar historias así...

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  3. Excelente, esos pequeños momentos inesperados que cambian nuestra forma de ver las cosas

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