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Bienvenido a casa

La felicidad que me causó verte crecer y jugar con esa sonrisa dibujada en tu cara a lo largo de los años, no es sencillo de explicar. Me gustaba ver como me prestabas mucha atención en las enseñanzas que te di de niño. Ese día que has salido sólo a enfrentar tus desafíos, con la garantía de los principios que te enseñé, tenía muchas expectativas de ti. Los primeros días, recuerdo tu entusiasmo con que regresabas a contarme los detalles. Antes de salir de casa, esa conversación y consejos que me solicitabas. Nos uníamos tanto, que sentía que éramos uno. Nuestra prioridad era estar juntos cada momento posible de cada día. Nuestras citas se anteponían a todo evento agendado. Eran días de mucha alegría. Pero tampoco olvido ese día que regresaste con lágrimas en los ojos. Molesto, porque no te ha ido como lo deseabas. Con odio en el corazón, me acusaste de fabulador. Me diste la espalda y diste un fuerte portazo. En silencio me quedé llorando por la tristeza que me ahogaba. Quería que

6 horas

El hombre llegó a la guardia del sanatorio acusando un fuerte dolor estomacal. No estaba acompañado, debido a que hacía poco se había mudado a la ciudad para probar suerte con su futuro y no tenía a nadie conocido con él. En la recepción, la mujer de unos 60 años aproximadamente lo recibe con su disgusto y cara de pocos amigos. Desilusionada con su vida, no fijaba interés en la necesidad de los pacientes que llenaban esa sala de espera, anhelando una atención rápida de parte de un profesional médico. A él le dio un número y le pidió que aguarde sentado. Cuando tomo el ticket del turno y visualizo el monitor, noto que debía esperar mucho. Pero el dolor era muy fuerte, que no podía irse a otro lugar. Tomó asiento en una banca sin respaldo, apoyándose sobre la pared. Al lado había una pequeña niña con cara de preocupación. Con el permiso de su madre, le ofreció un dulce que tenía en su bolsillo. Ella acepto y comenzaron una conversación amistosa. A ella le preocupaba el estado de salud

Reciclable

Eran las 3 de la madrugada y el semáforo se ha puesto en rojo. El camión freno y él parado en la parte de atrás aferrado a la barra para no caerse. El frío penetraba por sus piernas cada vez que frenaban. Su ropa estaba sucia y el hedor de la basura recolectada, ya no era de desagrado. La costumbre diaria le hizo perder el olfato ante esas situaciones. Esos segundos en aquella esquina duraron horas en su mentalidad. Estaba ansioso por el acontecimiento del día siguiente. Su única hija terminaba el secundario con las notas más altas de la institución y había obtenido una beca para una de las mejores universidades privadas por ganar un evento interescolar. Ella estaba cumpliendo el sueño perdido de su padre que, por la necesidad económica y la falta de apoyo moral, ha abandonado sus estudios en su niñez. Pero el día que ella nació, se juró que no la obligaría pasar por todo lo que él vivió. En común acuerdo con su pareja, se han esforzado para que la niña sea la persona que levante el

Eterno vals

Llevaban más de dos décadas de casados. Tienen tres hijos, una niña (la luz de los ojos del padre) y dos varones. La pequeña era la mayor y estaba a horas de casarse, a pesar de su corta edad, con su novio de hace años. Su pareja era muy agradable y muy educado. Tal que el padre de la novia lo acepto con facilidad, ante todo pronostico en contra de ello. Los futuros esposos tienen buenos proyectos para su vida y por eso, los padres han apostado sin dudar a este matrimonio. Lo único que deseaban en silencio era que no les sucediera lo que a ellos se le hace difícil superar. Caer en la rutina y desgaste del amor que sentían el uno con el otro. Cuando despertaban, a él le preocupaba no llegar tarde a su trabajo y no le era placentero salir corriendo de su hogar. A todo esto, si ella permanecía durmiendo, no quería despertarla para no causarle un malestar matutino. Si la situación era contraria, ella lo despertaría con varios empujones. Así él no salía tarde y ella podía estar en paz, con

Hoy no, mañana

A él le gustaba tener todo bajo su control. No le gustaba las sorpresas y huía de todo acto desconocido. Cuando sus amistades le proponían una salida, siempre consultaba quienes iban a participar de ella y de haber alguien desconocido, inventaba una historia para evitar ir. En su trabajo se limita a sus simples tareas, sin desear un crecimiento y nuevas responsabilidades. Y cada vez, le agradaba más la soledad, frente a su televisión, viendo sus series favoritas. Era de su preferencia, porque no aceptaba opiniones al respecto. Las únicas personas que no evitaba eran sus familiares, aunque solía hacerlo como un acto de presencia y obligación. Odiaba lo bien que le iba a su hermano con su familia ejemplar y que vivía proponiéndole oportunidades. Ante estas, él solía pensar que eran un acto de mentira, que con el tiempo aseguraba que su hermano lo traicionaría. Este cansado de su actitud negativa, le puso de apodo “el rey de las excusas”. Eso le molestaba, aunque antes de dormir meditab

Cicatrices

Permanecía en la oscuridad por horas, con el brazo cubierto de papel film para evitar infecciones y todo tipo de roce ante el tatuaje. Sentado en la silla, frente a la mesa, solo pensaba en auto acusaciones a su persona por el historial delictivo. A pocas horas de obtener su “libertad”, aceptado por sus padres para convivir con ellos e iniciar una nueva etapa en su vida. Su madre era más tolerante y perdonaba sus pecados. Sin embargo, su padre prefería optar por el silencio, porque no compartía la elección de vida que había tenido hasta el momento. Esa frialdad se hacía sentir hasta el comedor en esa madrugada, mientras el matrimonio dormía en su habitación. Pero en la cabeza de él solo había una imagen. La cara sonriente de su única hija, un día antes de que lo prendiera la policía por un robo a mano armada a varias personas hace 6 años. La niña sonreía ante la falta de comprensión de quien era su padre, jugaba con inocencia con las manos de él. Quien era su cónyuge y madre de la ni

El salto de la vida

El niño no había podido dormir en toda la noche y se encontraba sentado en su cama con lagrimas que brotaban de ambos ojos. Su llanto era silencioso y estaba a oscuras. Antes de acostarse había escuchado a sus padres en una discusión y no quería despertarlos de sus sueños. Pero lo que lo entristecía no era sólo la discusión de sus padres o su situación económica, la cuál era de mucha preocupación. Eran las burlas que había recibido en la escuela, debido a su discapacidad física. Hace semanas había comenzado el año lectivo y desde el primer día había captado la mirada de la mayoría de los niños y sus risas se han hecho escuchar cada día con mayor intensidad. Es que desde hace un año sufrió un accidente con consecuencias de por vida. Debido a su necesidad económica, sus padres trabajaban casi todo el día lejos de su hogar. Su padre era albañil y su madre una empleada doméstica. Cuando ellos no estaban en su casa, lo solía cuidar su abuela materna, que era viuda y padecía de reumatismo.